Monthly Archives: April 2020

A Revelation

Tengo algún tiempo tratanto de recordar cuándo fue que escuché “Génesis” por primera vez, porque cuando pienso en eso es como gatear o respirar: siempre ha estado allí.
Trata de recordar cuándo respiraste por primera vez. O cuándo diste ese primer pasito: Imposible, ¿verdad? Así me pasa a mí con esa banda.
Viene con mis primeros amigos (por casualidad, todos niños) que seguramente tenían hermanos mayores a quienes le robaban prestados los elepés.
No tengo la menor idea de cómo sonaría para mi entonces, precario inglés, “Nursery Cryme” ¿Qué juego de palabras ni que juego de palabras? Eso era música y ya.
Tan lindo mi papá: llegaba con los discos de Enrique y Ana (así nos daba un descansito de sus sábados de ópera mañanera) mañanas operáticas sabatinas. Mi mamá nos ponía “Sopotocientos” en la TV y me llamaba “Raspón Corroncho”, imagino por el placer que me producía.
Pero yo siempre regresaba a Génesis. Casualidad o predestinación, siempre me los encontraba. Suena fácil, hoy en día tenemos YouTube, Apple Music o Spotify. Ahora, teletranspórtese a 1975 y estén pendientes de “La Música que Sacudió al Mundo” o “Síntesis” a ver si, por casualidad pasaban algo de Génesis. Persigan a los amigos que tenían hermanos estudiando en EEUU y “quítenle prestadas” las “Billboard”,y las “Rolling Stone”. Eso sí era amor. Sobre todo cuando era correspondido por algún recién llegado de los “Estates”, que se tomaba el tiempo de grabarte un cassette con lo último que habían sacado… aunque fuera copiado. Pero primero te hacía un “pop quiz” a ver si te sabías los nombres de los miembros de la banda y eras merecedora del “tesoro”. Mi devoción por Génesis -a pesar de pertenecer al sexo femenino- me otorgaba puntos extra: era como ser un elefante morado, así que si se me olvidaba que había existido John Mayhew antes de Phil Collins, igual me llevaba my cassette. ¿Será por eso que nunca tuve espacio en la memoria para aprender a integrar?

Génesis siempre ha aparecido de las maneras más insólitas en mi vida. En mi escuela había dos niveles de clases de inglés: el de las que sabíamos que “pollito” era “chicken”; y el más avanzado, que sabía que “Island” se pronunciaba sin la “s”. Por una extraña razón, terminé en el grupo “avanzado”, por donde desfilaron una serie de profesoras que a la semana descubrían que había más en la vida que enseñarle inglés a malcriadas de 13 años. Uno de estos personajes, una muchacha de ¿25? años, y un entusiasmo comparable al nuestro, entró a la clase, se paró frente al pizarrón, escribió su nombre y nos sentenció “tienen que aprenderse este poema para mañana, porque van a recitarlo frente a todo el salón”, y repartió unas fotocopias tituladas:
“Dancing with the Moonlit Knight”
(by Steve Hackett and Peter Gabriel).
Ha sido el “20” más fácil que he sacado en mi vida.

“And it’s Hey, babe, your supper’s waiting for you. Hey, my baby, don’t you know our love is true? I’ve been so far from here. Far from your warm arms. It’s good to feel you againIt’s been a long long time, hasn’t it?”

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Los Juegos Pandémicos

Adiós, Olimpiadas. Hola, Juegos Pandémicos: Imagino la frustración de los atletas ante postergación de las Olimpiadas de Tokio debido al CoVid19. Sin embargo, deberíamos aprovechar esta hambre competitiva para crear unos nuevos juegos, los “Juegos Pandémicos”. Lamentablemente, a pesar de mi intención de rendir homenaje a los originales, no pude limitarme a los griegos, así que los pocos historiadores puristas que me lean, discúlpenme.

Categorías Iniciales:

  • Premio “No-Nostradamus”: otorgado a quién siempre sabe con anterioridad lo que va a pasar, pero lo anuncia al día siguiente. Digamos que ve el futuro, pero espera al presente para anunciarlo.
  • Premio “Neo-Gregoriano”: reservado para quienes han hecho de su apego a calendarios y agendas creados –por ellos- para estos tiempos, casi una religión. Por supuesto que para ser candidato a este premio hay que mostrar irrefutable evidencia audiovisual no sólo del instrumento, sino de la felicidad de su estricto cumplimiento.
  • Premio “Magistrum”: Dedica todo su tiempo a asegurarse de que su descendencia tenga una plaza asegurada en Cal, Harvard, Stanford, La Sorbonne, o la Complutense. Para ello convierte cada ocasión en una oportunidad educativa. Ejemplo de lección: “si comes 100 gramos de trigo (incluye peso en sistema métrico decimal, conversión a lbs,  familia botánica y lugares geográficos de cultivo. Bono por primera civilización que dejó de ser nómada por aprender a cultivarlo); ¿cuánto debería pesar eso que dejaste ahí ahora que ya no usas pañales?.
  • Premio “Perfecto Prefecto”: merece un premio por su devoción a la investigación y divulgación, de todo lo que estamos haciendo mal. La humanidad está condenada al fracaso, y él está ahí para explicarnos porqué.
  • Premio “La Tierra es Plana”: ¿qué pueden saber los científicos que él no pueda refutar con una búsqueda de Google? Desdeña años de investigación al leer un artículo, publicado en una revista de farándula o pseudo ciencia, que dice exactamente lo contrario. Se manifiesta especialmente en Whatsapp, pero Facebook también tiene sus candidatos.
  • Premio “Bufón, y no Gianlucca”: para los que al verse encerrados entre cuatro paredes, encontrar parques cerrados y agotadas hasta las novelas mexicanas de Netflix, recurren a reírse de su situación. 
  • Premio “El Señor del Señor de las Moscas”: otorgado a los padres que demuestren más paciencia –o auto control- ante la inminente salvajización de los niños confinados en sus casas. En este caso, no se exigirá prueba audiovisual. Sólo Fé de Vida (de los padres).

Con mucho humor,

Carmen.-

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Distanciamiento-en Red- Social

Me doy buenos consejos a mí misma, pero rara vez los sigo..” – Alicia en el País de las Maravillas

Desde que empecé a utilizar las redes sociales, siempre sospeché que algún día podría arrepentirme de hacerlo. Soy bastante sociable, por lo que este multiplicador de relaciones, y asistente de mantenimiento de las amistades existentes, resultaba perfecto para mí.

Pero que ese arrepentimiento potencial jamás me llevó a dejar de utilizarlas. Era más bien un “me lo dije”, bastante inútil.

Al principio, las usaba para reconectar con gente con la que por razones geográficas o circunstanciales, había perdido contacto. La alegría del reencuentro era comparable a verlos cara a cara. Después, involucioné a utilizarlas por motivos menos nobles, como regocijarmne al ver cómo el tiempo se vengó de ese ex novio que rompió mi corazón a los 12 años. 

Así que durante estos ¿12? ¿13? años de dependencia de estos “peep holes” bidireccionales, presencié, espié y hasta a veces disfruté de enlaces inesperados, rupturas profetizadas, auges y caídas que hubieran pasado desapercibidos de no ser por el efecto repetidor de millones de ociosos frente a una pantalla. Además de evidencias del efecto de los años en la gente… y el de los filtros. 

La peor parte de esta convivencia diaria con las redes sociales ha sido ver cómo se han transformado en una especie de espejo de “Alicia en el País de las Maravillas” bizarro, donde al entrar, persiguiendo a un rabipelado, el sentido común se convierte en sabiduría bíblica, y cualquier pendejo es elevado a profeta. Es terrible cómo la gente sustituyó “investigar” por “googlear”, porque nunca estuvo interesado en conocer más de un tema, sino en saber cuántos lo apoyaban. Esto, lentamente, ha eliminado nuestra capacidad de poner en duda nuestras propias creencias, y en un mundo donde todos pensamos igual, nunca cambiará nada.

Ojalá algún día nos demos cuenta de qué facil se lo ponemos a quienes dependen de campañas de desinformación. Pero, siendo realistas, esto nunca les va a salir en sus búsquedas de Google.

Estoy segura de que esta encerrona del CoVid19 nos ha puesto a todos un poco más filosóficos. Y fastidiosos. Así que entre mis divagaciones, entre “Tiger King”, “The Water Dancer”, y “Terra Plana”, me puse a pensar cuál es el rol que me gustaría darle a las redes sociales en estos momentos: 

1- Actuar como si Facebook hubiera sido lanzado ayer: alégrate de poder reconectar, o mantener la conexión, con tus amigos, porque resulta que ahora todos están lejos. 

2.- No perder el tiempo con pendejos con los que no gastarías un minuto si los vieras en un bar. Si te sientes tentado, escríbeme y te recomiendo unas cuantas series y libros.

3.- Descubrir gente interesante y seguir sus recomendaciones: así conocerás nuevos escritores, música, y escucharás opiniones distintas. Al final de este post añadiré el enlace de la página de YouTube de uno de ellos que disfruto especialmente*

4.- Evitar la política. Sólo verás lo que ya sabes o lo que publican tus amigos. Repito: la pluralidad es necesaria para toda sociedad.

5.- Tratar de no tomar lo que publican los “campeones del home schooling” y el “distance learning” como una invitación a competir o una afrenta personal. Nadie publica nada pensando en mí. No soy tan importante. 

En conclusión, ante esta falta temporal de contacto físico, trataré de sacarle el máximo provecho a lo que está disponible. Que ese “distanciamiento social” sirva para mi salud física, sin que su sustituto virtual acabe con lo poco que queda de mi salud mental.

* “Lecturas de la Cuarentena” https://www.youtube.com/channel/UChfHK1qg0ZsgCh3nMXHrV2A/featured

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